Cuando voy a Zamora y me llaman madrileño me pongo de los nervios, y aunque para muchas cosas sea muy castellano no podría vivir en una ciudad con menos polución que Madrid. Me vine aquí con 17 años para estudiar Periodismo en medio del brutalismo de la Universidad Complutense, donde aprendí que a veces te soluciona más la vida ser amigo del bedel que de la Decana.
Aprendí lo que era trabajar en Radio Zamora (Cadena SER) y Onda Cero Madrid, porque imaginar es mejor que ver. Cuando acabé la carrera estudié un máster en investigación literaria y después trabajé para LIBER programando los encuentros del público con los escritores.
En 2013 una amiga me habló de Zinc Shower y trabajé de voluntario para la primera edición: ahí fue cuando conocí al equipo de Acerca. Un año después empecé a currar con ellas llevando la estrategia online de este evento. Desde entonces he experimentado muchas demencias del mundo de las agencias, entre ellas trabajar en la comunicación de las galerías Elvira González o Guillermo de Osma, la feria Drawing Room, las expos de Titanic o Kandinsky, Auschwitz y ARCOColombia. También Chillida Leku y la Fundación Daniel y Nina Carasso. Entre mis muchos logros me gustaría destacar que tengo un libro firmado por Chema Madoz y que Waldo Balart (amigo mío y de Andy Warhol) dejó un papel manuscrito en la puerta de su estudio que ponía “Aquí, Enrique”.
Publiqué mi primera novela en 2018, Los Caín, con Alianza De Novelas, donde hablo de la maldad y de la Castilla de Delibes. En 2020 vino Todos Estábamos Vivos, una historia sobre las consecuencias del VIH y la heroína en la movida madrileña.
También escribo para El Asombrario (entre otros medios), voy todo lo que puedo al teatro y recito en alto las direcciones de correo electrónico de la prensa especializada en artes visuales, por las mañanas ensayo coreografías en la oficina. Tengo fobia a los reptiles.